Me casaré contigo; mas si me pegas tres veces sin motivo, nos separaremos.
- ¿Yo pegarte? -exclamó el pastor, enajenado de felicidad-. Mis manos no se posarán en ti más que para prodigarte caricias.
- ¿Yo pegarte? -exclamó el pastor, enajenado de felicidad-. Mis manos no se posarán en ti más que para prodigarte caricias.