-No, querida, no quiero dejarte sola. Ve a preparar tu caballo, mientras yo preparo el mío.
Y se fue a la cuadra para ponerse la silla a su cabalgadura.
Mas, cuando volvió y notó que su mujer no se había movido, apoderóse de él tal rabia que le dio un ligero golpe con la mano, exclamando:
- ¿Por qué no has hecho lo que te he dicho?
Por toda respuesta, ella rompió a llorar, gimiendo:
Y se fue a la cuadra para ponerse la silla a su cabalgadura.
Mas, cuando volvió y notó que su mujer no se había movido, apoderóse de él tal rabia que le dio un ligero golpe con la mano, exclamando:
- ¿Por qué no has hecho lo que te he dicho?
Por toda respuesta, ella rompió a llorar, gimiendo: