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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Y marchóse, contento de su suerte, camino del hogar....

Y marchóse, contento de su suerte, camino del hogar.
A pesar de ser tan chiquito el pececillo, todos comieron de él y quedaron saciados. Luego, el pescador enterró, como prometiera, las espinas en la puerta de su choza.
Por la mañana, cuando Miguelín, el hijo mayor del pescador, se levantó y salió al aire libre, encontró, en el lugar donde habían sido enterradas las espinas, un magnífico caballo alazán; encima del caballo había un perro; encima del perro un soberbio traje de terciopelo y sobre éste una bolsa llena de monedas de oro.