Inmediatamente dijo:
- ¡Dios me valga, paloma!
Y en raudo vuelo llegó hasta el lugar donde el
gigante esperaba a que sonara la hora para dar principio a la
matanza.
Posóse en el antepecho del
ventanal y exclamó:
- ¡Dios me valga, hombre!
Y en hombre se convirtió.