-Sí, sí prosiguió la zorra. Es lo que siempre digo. No hay entre todas las aves quien tenga la gallardía y belleza del señor cuervo.
El ave, sobre su rama, se esponjaba lleno de satisfacción. Y en su fuero interno estaba convencido de que todo cuanto decía el animal que estaba a sus pies era verdad.
¿Pues, acaso había otro plumaje más lindo que el suyo? Desde abajo volvió a sonar, con acento muy suave y engañoso, la voz de aquella astuta:
El ave, sobre su rama, se esponjaba lleno de satisfacción. Y en su fuero interno estaba convencido de que todo cuanto decía el animal que estaba a sus pies era verdad.
¿Pues, acaso había otro plumaje más lindo que el suyo? Desde abajo volvió a sonar, con acento muy suave y engañoso, la voz de aquella astuta: