Ofertas de luz y gas

ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: -Al contrario -replicó el joven Rey-. Si no entro,...

-Al contrario -replicó el joven Rey-. Si no entro, mi perdición es segura. No descansaré ni de día ni de noche hasta que lo haya contemplado con mis propios ojos. No me muevo de aquí hasta que me abras esta puerta.
Entonces comprendió el fiel Juan que no había otro remedio, y con el corazón en el puño y muchos suspiros sacó la llave del gran manojo. Cuando tuvo la puerta abierta, entró el primero con intención de tapar el cuadro, para que el Rey no lo viera. Pero, ¿de qué le sirvió? El Rey, poniéndose de puntillas, miró por encima de su hombro, y al ver el retrato de la doncella, resplandeciente de oro y piedras preciosas, cayó al suelo sin sentido. Levantólo el fiel Juan y lo llevó a su cama, pensando con gran angustia:
«El mal está hecho. ¡Dios mío! ¿qué pasará ahora?». Y le dio vino para reanimarlo. Vuelto en sí el Rey, sus primeras palabras fueron: