-Querido Gafur -exclamó el noble al ver la miniatura- ¡esta no es otra que la princesa Shiraz, la hija del rey! Si se ha enamorado de ti, entonces eres verdaderamente un hombre de suerte, pues el rey no le niega nunca nada a su hija. Por consiguiente, actuaré en tu beneficio y te propondré como su futuro yerno. La princesa está en edad casadera y el rey debe estar buscando un joven de buen carácter para casarle con ella.