- ¿No te llaman el Príncipe Feliz? ¿Cómo es que lloras? -Lloro porque en vida era humano y vivía en la Mansión de la Despreocupación, alejado de la fealdad y la miseria. Lloro porque ahora, desde aquí arriba, puedo comprobar el sufrimiento que se extiende fuera de los muros de aquel lugar. Y lloro porque tengo los pies pegados a este pedestal, no puedo moverme. Pero… si tú quisieras ser mi mensajera...