- ¿Confesar qué?, -preguntó Ahmed.
- ¡Oh, nada que no sepas ya! –sollozó. Sabes muy bien que yo robé el rubí. Lo hice para castigar a mi marido, ¡él me trata con tanta crueldad! Pero tú, el mejor de los hombres, para quien no existe ningún secreto, ordéname y haré lo que me pidas con tal que este secreto nunca salga a la luz.
- ¡Oh, nada que no sepas ya! –sollozó. Sabes muy bien que yo robé el rubí. Lo hice para castigar a mi marido, ¡él me trata con tanta crueldad! Pero tú, el mejor de los hombres, para quien no existe ningún secreto, ordéname y haré lo que me pidas con tal que este secreto nunca salga a la luz.