La hermosa princesa que era tan bonita como la luna en su décimo cuarta noche, estuvo de acuerdo con la elección de su padre, pues había visto a Ahmed de lejos y le había amado en secreto desde la primera vez que lo vio.
La rueda de la fortuna había dado una vuelta completa. Al amanecer, Ahmed estaba conversando con los ladrones, negociando con ellos y, para el crepúsculo, era el señor de un rico palacio y el esposo de una mujer joven, bonita y de alto rango, que lo adoraba.
La rueda de la fortuna había dado una vuelta completa. Al amanecer, Ahmed estaba conversando con los ladrones, negociando con ellos y, para el crepúsculo, era el señor de un rico palacio y el esposo de una mujer joven, bonita y de alto rango, que lo adoraba.