Ocurrió que el padre le dijo un día al muchacho:
-Escúchame con atención, te estás haciendo grande y fuerte, y debes aprender algo que te permita ganarte el pan.
-Bien padre, -respondió el joven- la verdad es que hay algo que quiero aprender, si se puede enseñar. Me gustaría aprender a tener miedo, no entiendo del todo lo que es eso.
El hermano mayor sonrió al escuchar aquello y pensó: "Dios santo, que cabeza de adoquín es este hermano mío. Nunca servirá para nada.
El padre suspiró y le respondió: -pronto aprenderás a tener miedo, pero no vivirás de eso.
-Escúchame con atención, te estás haciendo grande y fuerte, y debes aprender algo que te permita ganarte el pan.
-Bien padre, -respondió el joven- la verdad es que hay algo que quiero aprender, si se puede enseñar. Me gustaría aprender a tener miedo, no entiendo del todo lo que es eso.
El hermano mayor sonrió al escuchar aquello y pensó: "Dios santo, que cabeza de adoquín es este hermano mío. Nunca servirá para nada.
El padre suspiró y le respondió: -pronto aprenderás a tener miedo, pero no vivirás de eso.