Eso hizo que el joven se enfadara, y dijo: -Si no queréis tener cuidado, no puedo ayudaros, no me quemaré con vosotros -y volvió a subirlos a todos a su sitio. Después se sentó junto al fuego y se quedó dormido. A la mañana siguiente el hombre vino para obtener sus cincuenta monedas, le dijo: -Bien, ahora sabes lo que es tener miedo.