El Cíclope no se hizo rogar. Tomó una jarra tras otra, hasta caer borracho y quedar dormido como un ceporro.
Aprovechando el sueño profundo del Cíclope, Ulises tomó una larga estaca de madera y hundió su extremo en el fuego.
Aprovechando el sueño profundo del Cíclope, Ulises tomó una larga estaca de madera y hundió su extremo en el fuego.