Cuando la punta estuvo al rojo vivo, la clavó en el ojo del gigante borracho, que bramó de dolor. Los gritos de rabia eran tan fuertes y agudos, que todos los Cíclopes del lugar corrieron a ver qué ocurría, mientras Ulises y sus compañeros huían hacia la nave, que los esperaba meciéndose al vaivén de las olas, a orillas del mar.
- ¿Qué te pasa amigo? -le preguntaron los gigantes al herido, que se había quedado ciego.
- ¿Qué te pasa amigo? -le preguntaron los gigantes al herido, que se había quedado ciego.