El tigre la vio venir y ocultó al príncipe a fin de que ella no le encontrase.
- ¿Quién te ha herido? -preguntó la tigresa-. ¿Por qué has lanzado ese rugido tan fuerte?
-No me ha herido nadie -replicó el tigre-. El rugido ha sido de alegría porque el hijo de un Rajá me ha quitado la espina que me clavé hace doce años.
- ¿Dónde está ese príncipe? ¡Quiero verlo enseguida!
-Si me prometes no matarlo, le llamaré.
- ¿Quién te ha herido? -preguntó la tigresa-. ¿Por qué has lanzado ese rugido tan fuerte?
-No me ha herido nadie -replicó el tigre-. El rugido ha sido de alegría porque el hijo de un Rajá me ha quitado la espina que me clavé hace doce años.
- ¿Dónde está ese príncipe? ¡Quiero verlo enseguida!
-Si me prometes no matarlo, le llamaré.