El general, desorientado, siguió no obstante los consejos del soldadito y pudo poner en fuga al enemigo. Luego fue en busca del muchacho, que curaba junto al arroyo una herida que había recibido en el hombro. Junto al cuello se destacaban tres rayitas rojas.
- ¡Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.
- ¡Es la señal que vi en el príncipe recién nacido! -exclamó el general.