El ladrón, horrorizado, echó a correr hacia la
puerta trasera, pero allí despertó al perro, que saltó sobre él y le mordió en la pierna. Salió entonces al
patio y tropezó con el asno, que, asustado, le propinó una buena coz. El gallo, con tanto ruido, se despertó y comenzó a gritar: ¡Quiquiriquí!