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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: El sol quemaba tanto, que otros empezaron a caer. Él...

El sol quemaba tanto, que otros empezaron a caer. Él iba a estrellar su látigo contra uno de los hombres, pero antes que le cayera, sonó otra vez el grito. El exhausto esclavo se elevó al aire. Entonces el capataz vio a una mujer sentada, hecha un ovillo y alzó su látigo para golpearla. Una vez más se escucharon aquellas palabras mágicas y la mujer levantó vuelo.