Vivían en un pantano un airón y una grulla, cada uno en su casita, en extremos opuestos de la marisma. El airón se aburría estando solo y concibió el propósito de casarse, y se dijo: “Pediré a la grulla en matrimonio” El airón se puso en camino, cubrió paso a paso las siete leguas de pantano, llegó al término de su viaje y preguntó: