Él quería ayudar, pero todo lo que podía hacer era seguir sosteniendo los juguetes en sus ramas, que por cierto, ya empezaban a dejar caer algunas de sus agujas, lo que le producía un ligero dolor. Esa era la parte desagradable de ser un Árbol de Navidad. Una mañana, Juan y su mamá, le descolgaron todos los juguetes y lo llevaron al cobertizo. "No lo cortemos todavía", dijo Juan. La mamá estuvo de acuerdo. Además no tenia tiempo para eso. Estaba siempre al lado de Ana, que empeoraba.