- ¡Cómo he sido egoísta! - exclamó-Ahora sé por qué la
primavera no quería venir hasta aquí. Subiré a ese pobre niñito al
árbol y después voy a botar el muro. Desde hoy mi
jardín será para siempre un lugar de
juegos para los niños. El
Gigante estaba de veras arrepentido por lo que había hecho.