Sin embargo, de pronto se restregó los ojos, maravillado, y miró, miró…..
En el
rincón más lejano del
jardín había un
árbol cubierto de
flores blancas. Todas sus ramas eran doradas, y de ellas colgaban
frutos de plata. Debajo del árbol estaba parado el pequeñito a quien tanto había echado de menos.