La belleza del gato, aparte de sus cualidades de felino, se encuentra en su libertario comportamiento. Nunca se doblegará, si no le place, al capricho de su dueño; sólo se acercará a frotarse con su cuidador cuando a él le apetezca y no por exteriorizar afecto, sino por pura voluptuosidad. Es capaz de vivir al margen del hogar y completamente autosuficiente en cuanto a la alimentación en un medio rural o urbano primario e incluso en las grandes megalópolis es capaz de sobrevivir de restos, desperdicios y caza de gorriones y otras avecillas.