Estos gatos, de cuerpo macizo, largo y perfectamente musculado están dotados de extremidades cortas, pero nunca toscas, siendo el par posterior ligeramente más largo que el correspondiente delantero, con muslos anchos, pero nervudos y flexibles. Los pies compactos y apretados son redondeados, estando dotados de afiladas uñas retráctiles, que el animal lleva generalmente ocultas, retraídas pero que puede extender a voluntad para asestar un arañazo o trepar por troncos y otros materiales similares. La cabeza tiene cráneo ancho, ligeramente aplanado, con frente alta y una depresión típica en el entrecejo, que parece quedar hundido en el arranque de la corta y chata naricilla. Visto de perfil, las amplias mejillas ocultan la particular nariz. El hocico parece fruncido, adoptando un aire 'disgustado' muy característico. Los ojos, grandes, redondos, muy brillantes, son de color anaranjado o dorado rojizo y nunca deben ser 'saltones' ni 'hundidos'. Las orejas, separadas, tienen tamaño y forma similar al resto de los persas. La cola, gruesa, más bien corta, está cubierta de un pelaje denso y largo. La capa, similar a la de los clásicos gatos persas, en cuanto a textura, longitud y espesor, puede presentarse en tonos rojos jaspeados o uniformes.