Los jóvenes perritos pronto se habitúan a considerar la persecución y alcance de la bola emplumada como un deporte gratificante y consustancial con sus propias inclinaciones. Un paso más adelantado que ya debe tratarse como fase inicial del entrenamiento serio, es el lanzamiento de un objeto adecuado, que el animalito a la carrera atrapará entre sus dientes y nos traerá alborozado. Sin embargo, para los retriever y otras razas de cobro, no debemos volver a lanzar el señuelo inmediatamente, sino recogerlo y guardarlo mientras con palabras cariñosas y halagos se gratifica al feliz perro. En otro lugar más o menos cercano se repite el juego, con otro señuelo distinto, siempre que sea posible, para estimular el instinto del dócil y simpático animalito.