Con sumo cuidado, se procede por palpación a intuir la gravedad del percance y se inmoviliza al animalito lo mejor posible. Con tablillas y venda de gasa, muy suavemente, se protege el miembro afectado, trasladando en brazos al paciente hasta el vehículo que nos conducirá a la clínica veterinaria más próxima. Si el tamaño y peso del perro impide que podamos trasladarle hasta el automóvil, se harán unas parihuelas primitivas, pero nunca se forzará la locomoción del herido. Escayolado, vendajes especiales y tratamientos con radiaciones serán medidas que el titulado correspondiente estimará o no oportunas en cada caso. Lógicamente, en función de la naturaleza de la lesión, es probable que el perro convaleciente haya de permanecer en reposo hasta su curación y tal vez precise un período de recuperación que hemos de asumir con solicitud y paciencia, poniendo todos los medios a nuestro alcance para lograr la total rehabilitación del ejemplar.