La vasija puede ser construída enteramente en madera pulida, pero no barnizada, preparando un fondo de superficie variable acorde con el tamaño de la perra. Las paredes del cajón deben tener una altura comprendida entre los 25 y 30 cm, con la cara de paso rebajada de forma que el animalito no tenga dificultad en entrar y salir. Sobre el fondo puede disponerse una capa espesa de papeles de estraza o, mejor aún, de filtro que permitan un cambio fácil con vistas a mantener la mayor higiene. Llegado el momento, la perra manifiesta una temperatura corporal algo más baja de lo normal y se recoge para recibir a sus cachorros. Acostada de lado, tras algunos gemidos, llega el primer perrito que la hembra desembaraza del envoltorio placentario, cortando el cordón umbilical y lamiendo repetidamente al nuevo ser hasta limpiarle de todas las mucosidades. Mientras el animal infiere los restos en que venía envuelto su hijo, se prepara el nacimiento de los otros que aparecen a intervalos irregulares, cuya duración puede oscilar entre varios minutos y una hora.