Mordiscos y rozaduras pueden ocurrir en el momento más inesperado, lejos de la residencia habitual cuando disfrutamos de las vacaciones o en uno de los paseos cotidianos. De idéntica forma, el aspecto de la lesión deberá guiarnos en la visita de urgencia al facultativo o permitirá la consulta posterior. Por mucho que queramos a nuestro ladrador compañero, no debemos caer en la tentación de despertar y hacer levantar de la cama al veterinario en quien confiamos a horas intempestivas de la noche por un mordisco o erosión, que puede ser igualmente curado al día siguiente.