La Vejez Del Perro
El ocaso de una vida
Entre los amigos de los animales, los cinófilos o entre aquellas personas que simplemente comparten sus penas y alegrías con un perro, casi nunca se plantea una cuestión inevitable, real y desagradable, pero que debe ser asumida en toda su crudeza. Por regla general, lógica, una persona que adquiere un cachorro debe pensar que, transcurridos ocho nueve o diez años, el leal compañero irracional, si no ha muerto antes por un accidente o enfermedad epidémica, comenzará una segura e imparable época de disminución progresiva de sus facultades físicas, que paralelamente inducen un sustancial cambio de carácter. La vejez, que, según las razas y el tipo de vida de cada ejemplar, comienza entre los siete y nueve años, se manifiesta muchas veces porque el animalito se vuelve 'patoso', queriendo recibirnos, por ejemplo, con los saltos y carantoñas habituales, tropieza o se cae con inusitada frecuencia. Además, su temperamento se torna inadvertidamente huraño y sus hábitos se hacen, de día en día, más sedentarios, duerme muchas horas y casi por obligación acoge los paseos que antes esperaba impaciente.
LA VEJEZ DEL PERRO
El ocaso de una vida
Entre los amigos de los animales, los cinófilos o entre aquellas personas que simplemente comparten sus penas y alegrías con un perro, casi nunca se plantea una cuestión inevitable, real y desagradable, pero que debe ser asumida en toda su crudeza. Por regla general, lógica, una persona que adquiere un cachorro debe pensar que, transcurridos ocho nueve o diez años, el leal compañero irracional, si no ha muerto antes por un accidente o enfermedad epidémica, comenzará una segura e imparable época de disminución progresiva de sus facultades físicas, que paralelamente inducen un sustancial cambio de carácter. La vejez, que, según las razas y el tipo de vida de cada ejemplar, comienza entre los siete y nueve años, se manifiesta muchas veces porque el animalito se vuelve 'patoso', queriendo recibirnos, por ejemplo, con los saltos y carantoñas habituales, tropieza o se cae con inusitada frecuencia. Además, su temperamento se torna inadvertidamente huraño y sus hábitos se hacen, de día en día, más sedentarios, duerme muchas horas y casi por obligación acoge los paseos que antes esperaba impaciente.
LA VEJEZ DEL PERRO