
La hembra apareada comienza a pasar muchos ratos en el interior de la caja anidadera, en la que depositará entre cuatro y ocho huevos blancos y redondeados poniendo un día sí y otro no hasta completar la nidada. A veces el macho la visita en el interior del nido para cebarla como si fuera un pequeñuelo, lo que no obsta para que la hembra salga algunos instantes para comer, beber e incluso bañarse.