El bambú natural, no plastificado, se va degradando paulatinamente por la lenta acción corrosiva de las aguas de los acuarios y llega un momento en que su superficie se torna porosal ennegrecida y la pared, de casi 1 cm de grosor, puede deshacerse como un papel de fumar de menos de 1 mm de espesor. Esta 'pudrición' progresiva no es causa de problemas de contaminación en grandes recipientes, perfectamente equilibrados, y muchas veces contribuye a la formación de aguas 'envejecidas', sumamente apropiadas para la cría de algunos peces. El ramaje, fino y ramificado, previamente hervido, se fijará al decorado mediante pinzas de plástico, e incluso con la ayuda de clavos de acero inoxidable, pero generalmente se sujeta solo, enterrándolo parcialmente en la grava del fondo.