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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Antecedentes históricos...

Antecedentes históricos

Artículo principal: Primera guerra púnica

A mediados del siglo III a. C., la ciudad de Cartago, donde nació Aníbal,[5] estaba fuertemente influida por la cultura helenística derivada de los vestigios del Imperio de Alejandro Magno.[14] Cartago ocupaba por entonces un lugar importante en los intercambios comerciales de la cuenca mediterránea, y en los emporios de Sicilia, Cerdeña y en las costas de Iberia y de África del Norte. La ciudad disponía igualmente una importante flota de guerra que protegía sus rutas marítimas, que transportaban el oro procedente del Golfo de Guinea y el estaño procedente de las costas británicas.

La otra potencia mediterránea de la época era Roma, con la que Cartago entró en guerra durante veinte años en un conflicto conocido como la primera guerra púnica,[15] la primera guerra de gran envergadura de la que Roma salió victoriosa. Este enfrentamiento entre la República de Roma y Cartago estuvo provocado por un conflicto secundario en Siracusa, y se desarrolló por tierra y mar, en tres fases: combates en Sicilia (264-256 a. C.), combates en África (256-250 a. C.) y de nuevo en Sicilia (250-241 a. C.). Durante esta última fase, y sobre todo tras la guerra, nació la fama de Amílcar Barca, padre de Aníbal, que dirigía la guerra contra Roma desde el año 247 a. C. Tras la gran derrota naval en las Islas Egadas, al noroeste de Sicilia, los cartagineses se vieron obligados a firmar el Tratado de Lutacio en la primavera de 241 a. C. con el cónsul Cayo Lutacio Cátulo.[16] Entre los términos impuestos a Cartago por este tratado se hallaban la cesión de los territorios de Sicilia y las islas menores entre esta y la costa africana, así como onerosas compensaciones de guerra.[17]

A finales de la primera guerra púnica, a pesar de las precauciones adoptadas por Amílcar Barca, Cartago halló problemas a la hora de dispersar a sus regimientos armados de mercenarios, que no tardaron en asediar la ciudad y provocar un conflicto de la envergadura de una guerra civil.[16] Este episodio histórico es conocido como la guerra de los Mercenarios. Amílcar consiguió reprimir esta rebelión después de tres años, tras vencer a los rebeldes en el río Bagradas y de nuevo, con un gran derramamiento de sangre, en el desfiladero de la Sierra[18] en el 237 a. C. Por su parte, Roma había aprovechado la falta de oposición para tomar Cerdeña, anteriormente en manos de los cartagineses.[19] Tras la protesta de Cartago por esta acción, que suponía una violación de los términos del tratado de paz recientemente alcanzado, Roma le declara la guerra, pero se ofrece a anularla si se le entrega no solo Cerdeña, sino también Córcega y más compensaciones económicas. Los púnicos, impotentes, tienen que ceder, y ambas islas se convierten en el 238 a. C. en nuevas posesiones romanas. Para compensar esta pérdida, Amílcar marchó a Iberia, donde se apoderó de vastos territorios al sudeste del país. Durante una década, Amílcar dirigió la conquista del sur de Iberia, apoyado militar y logísticamente por su yerno Asdrúbal.[16] Esta conquista restablecía la situación económica de Cartago, gracias a la explotación de las minas de plata y estaño.