Un mensajero de Fregellae, que había marchado sin descanso noche y día, produjo un gran terror en Roma. La afluencia de habitantes del campo, cuyos relatos mezclaban verdades y mentiras, había extendido la agitación en toda la ciudad. Las mujeres hicieron resonar sus gemidos en las casas particulares; las mujeres distinguidas, desafiando todas las miradas, corrían en tropel hacia los templos de los dioses; los cabellos esparcidos, arrodilladas al pie de los altares, las manos tendidas hacia el cielo y hacia los dioses, suplicaban arrancar Roma de las manos de los enemigos, y salvar el honor y la vida de las madres romanas y de sus hijitos.[126]
Al Senado, esta noticia le afectó «en función del carácter de cada uno».[127] El Senado decidió mantener el sitio de Capua, aunque desplazó a 15.000 infantes y 1.000 caballeros para reforzar la capital. Según Tito Livio, las tierras ocupadas por el ejército de Aníbal en las inmediaciones de la ciudad fueron revendidas por los romanos a un precio justo.[128] Esto puede ser o no cierto pero, tal como indica Lazenby, «podría haber sido así, ya que no muestra solamente la confianza suprema de los romanos en la victoria última, sino también la manera según la cual se perseguía una apariencia de vida normal».[124] Tras la Batalla de Cannas, los romanos mostraron una considerable fortaleza ante la adversidad. Una muestra innegable de la confianza de Roma es el hecho de que, tras el desastre de Cannas, la capital republicana se quedó prácticamente sin tropas para defenderla; no obstante, el Senado decidió no retirar ni una sola guarnición de sus provincias para defender la ciudad. De hecho, las tropas de las provincias fueron reforzadas y se mantuvieron las campañas en tierras extranjeras hasta que se produjeron las victorias definitivas en Sicilia, bajo el mando de Marco Claudio Marcelo y después en Hispania, bajo el mando de Escipión el Africano.[129][130] Aunque las consecuencias a largo plazo de la guerra de Aníbal son incontestables, esta última es innegable que fue la más "hermosa hora" de la historia de Roma.[124][131]
La mayor parte de las fuentes a disposición de los historiadores sobre la figura de Aníbal son de origen romano. Fue considerado como el mayor enemigo al que jamás se enfrentó Roma. En su obra, el historiador Tito Livio afirma que el cartaginés era extremadamente cruel. Lo mismo opinaba Cicerón, historiador que al hablar de los dos mayores enemigos de Roma escribe acerca del «honorable» Pirro de Epiro y del cruel Aníbal.[132] Sin embargo, han llegado hasta nosotros noticias que le dan otra imagen. Cuando sus éxitos condujeron a la muerte de varios cónsules romanos, Aníbal buscó en vano el cuerpo de Cayo Flaminio Nepote en las orillas del Lago Trasimeno, organizó ceremonias rituales en honor a Lucio Emilio Paulo, y envió las cenizas de Marco Claudio Marcelo a su familia en Roma. El historiador Polibio de Megalópolis parecía sentir simpatía por Aníbal. Es de señalar que Polibio permaneció como rehén en Italia durante un gran período, y se basaba mayoritariamente en las fuentes romanas. Existe la posibilidad de que Polibio reprodujera elementos de la propaganda romana.
Al Senado, esta noticia le afectó «en función del carácter de cada uno».[127] El Senado decidió mantener el sitio de Capua, aunque desplazó a 15.000 infantes y 1.000 caballeros para reforzar la capital. Según Tito Livio, las tierras ocupadas por el ejército de Aníbal en las inmediaciones de la ciudad fueron revendidas por los romanos a un precio justo.[128] Esto puede ser o no cierto pero, tal como indica Lazenby, «podría haber sido así, ya que no muestra solamente la confianza suprema de los romanos en la victoria última, sino también la manera según la cual se perseguía una apariencia de vida normal».[124] Tras la Batalla de Cannas, los romanos mostraron una considerable fortaleza ante la adversidad. Una muestra innegable de la confianza de Roma es el hecho de que, tras el desastre de Cannas, la capital republicana se quedó prácticamente sin tropas para defenderla; no obstante, el Senado decidió no retirar ni una sola guarnición de sus provincias para defender la ciudad. De hecho, las tropas de las provincias fueron reforzadas y se mantuvieron las campañas en tierras extranjeras hasta que se produjeron las victorias definitivas en Sicilia, bajo el mando de Marco Claudio Marcelo y después en Hispania, bajo el mando de Escipión el Africano.[129][130] Aunque las consecuencias a largo plazo de la guerra de Aníbal son incontestables, esta última es innegable que fue la más "hermosa hora" de la historia de Roma.[124][131]
La mayor parte de las fuentes a disposición de los historiadores sobre la figura de Aníbal son de origen romano. Fue considerado como el mayor enemigo al que jamás se enfrentó Roma. En su obra, el historiador Tito Livio afirma que el cartaginés era extremadamente cruel. Lo mismo opinaba Cicerón, historiador que al hablar de los dos mayores enemigos de Roma escribe acerca del «honorable» Pirro de Epiro y del cruel Aníbal.[132] Sin embargo, han llegado hasta nosotros noticias que le dan otra imagen. Cuando sus éxitos condujeron a la muerte de varios cónsules romanos, Aníbal buscó en vano el cuerpo de Cayo Flaminio Nepote en las orillas del Lago Trasimeno, organizó ceremonias rituales en honor a Lucio Emilio Paulo, y envió las cenizas de Marco Claudio Marcelo a su familia en Roma. El historiador Polibio de Megalópolis parecía sentir simpatía por Aníbal. Es de señalar que Polibio permaneció como rehén en Italia durante un gran período, y se basaba mayoritariamente en las fuentes romanas. Existe la posibilidad de que Polibio reprodujera elementos de la propaganda romana.