"La belleza, como dice Santo Tomás, es el resplandor de la verdad y nada hay más atractivo para una persona que la belleza para poder suscitar el deseo, el interés, la curiosidad, el gusto del vivir", expuso el P. Carrón, quién eligió el apelativo de "desarmada" para explicar cómo "la belleza no necesita armas para atraer, cuanto más bella, cuanto más fascinante, cuanto más resplandeciente, menos armas necesita". El sacerdote comentó que la belleza de un paisaje no necesita ayudas externas para motivar el gusto de quien lo contempla y este atractivo natural es una herramienta de gran importancia para comunicar el cristianismo.