"No basta una repetición de la verdad en abstracto, hace falta empezar a poner delante un tipo de vida que pueda atraer, si no, no se comunicará", expuso el P. Carrón sobre la manera de emplear la belleza para superar los ambientes contrarios. "También en tiempos de Jesús los mismos discípulos decían, cuando le oyeron hablar de la indisolubilidad del matrimonio, que era mejor no casarse, y eran los discípulos, no los ateos (...). Por eso, Jesús ha hecho la promesa más grande a una persona que ama, que si le deja entrar, Él puede llevar la vida a una plenitud tal que nosotros no podemos ni siquiera soñar".