Las mujeres sufren ictus más graves que los hombres y tienen peor evolución
La Dra. María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, afirmó que “las mujeres sufren ictus más graves que los hombres y tienen peor evolución, lo que hace que con más frecuencia sean institucionalizadas. Además tienen más prevalencia de hipertensión arterial y fibrilación auricular”.
El ictus es una enfermedad que limita la llegada de sangre al cerebro provocando el consiguiente daño neuronal, pudiendo traducirse en secuelas físicas, cognitivas o conductuales. La lesión cerebral que se puede producir tras el ictus supone un cambio radical en la vida de la persona afectada y en la de su familia.
La hipertensión es una de las grandes causas para sufrir un ictus, hasta el punto de que durante el embarazo una gestante “con mal control de la tensión, tiene mucho riesgo de eclampsia, que es uno de los factores de riesgo de ictus en mujeres jóvenes. Nos hace pensar que tenemos que cuidar estos aspectos de manera especial".
Las mujeres en España, como es natural, reciben el mismo tratamiento para recuperarse que los hombres, pero los médicos advierten que los daños son mayores y, por lo tanto, las secuelas también. Secuelas que dificultan la recuperación: “Tienen el riesgo de ser institucionalizadas y no volver a los cuidados de domicilio. Por ello se está elaborando un estudio para conocer a fondo cómo se atiende a las mujeres en nuestro país, qué grado de repercusiones tienen y, sobre todo, cómo se recuperan”, explica Álvarez de Leciñana. Esto significa que los hospitales o centros sanitarios no deben ser la única alternativa para la recuperación de las pacientes, sino que se debe trabajar para la asistencia domiciliaria que permita en la medida de lo posible hacerles recuperar una vida, seguramente con dificultades, pero cerca de su entorno habitual.
"Este procedimiento es mucho más rápido que si uno acude directamente al hospital, está comprobado", Además, ha añadido la idea de que "cada minuto cuenta". "Por ejemplo, para disolver un trombo tenemos cuatro horas y media, y para extraer un coágulo unas seis horas. Parece mucho pero no es tanto, ya que cada minuto mueren miles de neuronas", ha asegurado.
La Dra. María Alonso de Leciñana, coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la SEN, afirmó que “las mujeres sufren ictus más graves que los hombres y tienen peor evolución, lo que hace que con más frecuencia sean institucionalizadas. Además tienen más prevalencia de hipertensión arterial y fibrilación auricular”.
El ictus es una enfermedad que limita la llegada de sangre al cerebro provocando el consiguiente daño neuronal, pudiendo traducirse en secuelas físicas, cognitivas o conductuales. La lesión cerebral que se puede producir tras el ictus supone un cambio radical en la vida de la persona afectada y en la de su familia.
La hipertensión es una de las grandes causas para sufrir un ictus, hasta el punto de que durante el embarazo una gestante “con mal control de la tensión, tiene mucho riesgo de eclampsia, que es uno de los factores de riesgo de ictus en mujeres jóvenes. Nos hace pensar que tenemos que cuidar estos aspectos de manera especial".
Las mujeres en España, como es natural, reciben el mismo tratamiento para recuperarse que los hombres, pero los médicos advierten que los daños son mayores y, por lo tanto, las secuelas también. Secuelas que dificultan la recuperación: “Tienen el riesgo de ser institucionalizadas y no volver a los cuidados de domicilio. Por ello se está elaborando un estudio para conocer a fondo cómo se atiende a las mujeres en nuestro país, qué grado de repercusiones tienen y, sobre todo, cómo se recuperan”, explica Álvarez de Leciñana. Esto significa que los hospitales o centros sanitarios no deben ser la única alternativa para la recuperación de las pacientes, sino que se debe trabajar para la asistencia domiciliaria que permita en la medida de lo posible hacerles recuperar una vida, seguramente con dificultades, pero cerca de su entorno habitual.
"Este procedimiento es mucho más rápido que si uno acude directamente al hospital, está comprobado", Además, ha añadido la idea de que "cada minuto cuenta". "Por ejemplo, para disolver un trombo tenemos cuatro horas y media, y para extraer un coágulo unas seis horas. Parece mucho pero no es tanto, ya que cada minuto mueren miles de neuronas", ha asegurado.