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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: A lo largo de los siguientes 40 años, el régimen comunista...

A lo largo de los siguientes 40 años, el régimen comunista siguió recordando el día 17 de noviembre como una fiesta estudiantil, en memoria de la juventud que luchó contra un régimen opresivo y racista, explica Oldřich Tůma, director del Instituto de Historia Contemporánea.

“Durante el comunismo el 17 de noviembre se recordaba en la antigua Checoslovaquia como Día Internacional del Estudiante. Praga fue sede de muchas instituciones internacionales, entre ellas de la Unión Internacional de Estudiantes en la que los jóvenes comunistas eran muy activos. Las oficinas de la Unión se hallaban en un edificio ubicado en la calle 17 de Noviembre. Los comunistas se apoderaron del significado de esta fecha de igual modo como de otros momentos importantes de la historia nacional”.

El edificio de la Unión Internacional de Estudiantes fue sede a partir del año 1961 de la Universidad 17 de Noviembre, que tenía por objetivo ofrecer becas a estudiantes de los países del Tercer Mundo. Desde el punto de vista del régimen soviético, estos países parecían un lugar perfecto para difundir las ideas del comunismo, continúa Oldřich Tůma.

“Los regímenes comunistas como el ruso, el polaco o el checoslovaco quisieron participar en la formación de la juventud de países como Cuba, Egipto o Irak. Con este fin fue creada en Praga la Universidad 17 de Noviembre en la que estudiaron cientos de jóvenes de países latinoamericanos, africanos y árabes. A través de ellos, la Unión Soviética quería difundir su influencia por el mundo. Algunos de estos estudiantes se convirtieron en agentes secretos”.

La Universidad 17 de Noviembre”, apodada por la población local como ‘preparatoria terrorista’, fue cerrada en 1974. No obstante, el día 17 de noviembre no era solamente una fecha simbólica fue se usaba para nombrar instituciones, calles o plazas. Esta fecha siempre tuvo un significado especial para los estudiantes como día en el que se recordaban acontecimientos violentos del pasado.

En 1968, veinte años después de los protestas contra el golpe de Estado, la juventud checa encontró un nuevo motivo para salir a la calle, señala Oldřich Tůma.

“El 17 de noviembre de 1968 tuvo lugar una huelga estudiantil en la que participó la mayoría de los estudiantes universitarios y también muchos alumnos de escuelas secundarias. Era una protesta contra la ocupación rusa y contra la política del Gobierno checoslovaco que retrocedía ante la Unión Soviética. Esa huelga podía frenar pero no parar el país en el camino hacia la llamada normalización”.

La normalización representó para los checos un paso para atrás. Se reintrodujo la censura, el Partido Comunista reforzó su poder y volvió a reprimir a los ciudadanos. En enero de 1969 se inmoló el estudiante Jan Palach, seguido poco después por otro joven, Jan Zajíc. A pesar de la prohibición de manifestaciones, el 21 de agosto de 1969, día del primer aniversario de la ocupación soviética salieron a las calles de las ciudades checas cientos de personas. En los enfrentamientos contra el ejército perdieron la vida cinco ciudadanos, hombres y mujeres, todos jóvenes y casi todos estudiantes.

Los estudiantes checos volvieron tomar las calles 20 años más tarde, el 17 de noviembre de 1989. Es importante decir que esa manifestación, organizada con motivo del 50 aniversario de la clausura de las universidades checas por los nazis, fue autorizada por el régimen comunista, dice Oldřich Tůma.

“El régimen la autorizó bajo la condición de que fuera organizada por las asociaciones estudiantiles oficiales y se celebrara fuera del centro, en el campus universitario de Albertov. Muchos discursos pronunciados en Albertov hacían alusión a la lucha de los estudiantes contra el nazismo y subrayaban la necesidad de seguir su legado. Luego los estudiantes empezaron a marchar de manera espontánea hacia el centro”.

El historiador afirma que esa manifestación estudiantil era una de las muchas protestas que se organizaron en otoño de 1989 en la capital checa. Sin embargo, resultó diferente de las demás.

“Era más grande, participaron en ella unas 50.000 personas ya que mucha gente se unió a la marcha según avanzaba por las calles. En el ambiente se sentía que eso era el momento de la ruptura. Además, el núcleo de la multitud eran estudiantes que se conocían entre ellos”.