La fuerte presencia de estudiantes demostró ser un factor decisivo en los acontecimientos de aquel día, agrega el historiador. Al llegar a la Avenida Nacional, los manifestantes fueron cercados por la Policía comunista y golpeados. Unas 500 personas resultaron heridas. Según Oldřich Tůma, el ataque no fue más brutal que los enfrentamientos que ocurrieron días antes, sin embargo, el régimen no se dio cuenta de que los estudiantes iban a reaccionar de manera diferente.
“Los estudiantes formaban un grupo coherente, capaz de reaccionar de manera mucho más eficaz que el resto de la sociedad. Eso fue muy importante. La misma noche los jóvenes fueron a teatros capitalinos donde contaron a todo el mundo qué les había pasado. Al día siguiente, los artistas en todo el país declararon huelgas generales. De repente hubo muchos sitios donde se protestaba de manera abierta contra el régimen”.
La represión violenta contra los estudiantes fue la gota que rebasó el vaso de la paciencia del pueblo con el régimen totalitario. Tan sólo dos días después del 17 de noviembre, surgió el movimiento Foro Cívico, liderado por el disidente Václav Havel, que se convirtió a finales de diciembre en nuevo presidente de Checoslovaquia. Según Oldřich Tůma no se puede decir que los estudiantes hicieron caer el régimen comunista. Sin embargo, jugaron un papel muy importante.
“Es un poco como en el fútbol. Cuando alguien mete un gol, la victoria no es de un solo jugador sino de todo el equipo. En el caso de la Revolución de Terciopelo fueron los estudiantes los que metieron el gol. No fue por ser más conscientes o por tener relaciones más estrechas con la oposición, sino porque vivieron algo muy violento que no habían conocido antes y fueron capaces de reaccionar todos juntos”.
Los estudiantes siguen siendo un motor importante de los cambios sociales. En 2011, tuvieron un rol fundamental en la llamada Primavera Árabe y fueron también decisivos en los movimientos de los indignados en España, Chile, Gran Bretaña o Estados Unidos. El día 17 de noviembre de 2011 fue declarado por esos movimientos como Día Global de la Acción por la Educación y los escenarios latinoamericanos, europeos y norteamericanos fueron testigos este día de nuevas marchas de jóvenes que defendieron sus derechos y pidieron mejores condiciones para los demás grupos sociales.
La socióloga Jiřina Šiklová explica por qué los estudiantes están tan frecuentemente a la vanguardia de los movimientos de cambio.
“Los estudiantes universitarios se sienten más atraídos por valores abstractos como justicia, derecho, patria, nación, que por temas concretos como el aumento de salarios o mejores condiciones para los empleados de alguna empresa. Además son todos jóvenes y todos se están preparando para su futura carrera. Y como no trabajan, pueden salir a protestar prácticamente en cualquier momento del día”.
Los jóvenes que organizan las manifestaciones en la actualidad tienen mucho en común con las generaciones anteriores de estudiantes indignados, pero cuentan con una gran ventaja, señala la socióloga.
“Los estudiantes actuales tienen un muy buen acceso a las nuevas tecnologías, todos tienen teléfonos móviles, saben manejar las redes sociales. Gracias a eso se pueden organizar más rápidamente que antes. Eso es algo muy novedoso y concierne a estudiantes en muchos países del mundo. Además, los estudiantes actuales conocen lenguas extranjeras. En el pasado, se comunicaban en latín, en el presente usan el inglés”.
A diferencia de países de Europa Occidental, Chequia no vivió protestas estudiantiles en los años que siguieron a la Revolución de Terciopelo. Los jóvenes checos no reaccionaron tampoco a los acontecimientos de 2011 cuando tomaron las calles, por ejemplo, los estudiantes españoles. La primera gran protesta en la historia de la República Checa ocurrió en febrero de 2012 cuando las universidades a lo largo y ancho del país organizaron una Semana de la Desobediencia en la que mostraron su descontento con la reforma de la educación superior.
“Los estudiantes formaban un grupo coherente, capaz de reaccionar de manera mucho más eficaz que el resto de la sociedad. Eso fue muy importante. La misma noche los jóvenes fueron a teatros capitalinos donde contaron a todo el mundo qué les había pasado. Al día siguiente, los artistas en todo el país declararon huelgas generales. De repente hubo muchos sitios donde se protestaba de manera abierta contra el régimen”.
La represión violenta contra los estudiantes fue la gota que rebasó el vaso de la paciencia del pueblo con el régimen totalitario. Tan sólo dos días después del 17 de noviembre, surgió el movimiento Foro Cívico, liderado por el disidente Václav Havel, que se convirtió a finales de diciembre en nuevo presidente de Checoslovaquia. Según Oldřich Tůma no se puede decir que los estudiantes hicieron caer el régimen comunista. Sin embargo, jugaron un papel muy importante.
“Es un poco como en el fútbol. Cuando alguien mete un gol, la victoria no es de un solo jugador sino de todo el equipo. En el caso de la Revolución de Terciopelo fueron los estudiantes los que metieron el gol. No fue por ser más conscientes o por tener relaciones más estrechas con la oposición, sino porque vivieron algo muy violento que no habían conocido antes y fueron capaces de reaccionar todos juntos”.
Los estudiantes siguen siendo un motor importante de los cambios sociales. En 2011, tuvieron un rol fundamental en la llamada Primavera Árabe y fueron también decisivos en los movimientos de los indignados en España, Chile, Gran Bretaña o Estados Unidos. El día 17 de noviembre de 2011 fue declarado por esos movimientos como Día Global de la Acción por la Educación y los escenarios latinoamericanos, europeos y norteamericanos fueron testigos este día de nuevas marchas de jóvenes que defendieron sus derechos y pidieron mejores condiciones para los demás grupos sociales.
La socióloga Jiřina Šiklová explica por qué los estudiantes están tan frecuentemente a la vanguardia de los movimientos de cambio.
“Los estudiantes universitarios se sienten más atraídos por valores abstractos como justicia, derecho, patria, nación, que por temas concretos como el aumento de salarios o mejores condiciones para los empleados de alguna empresa. Además son todos jóvenes y todos se están preparando para su futura carrera. Y como no trabajan, pueden salir a protestar prácticamente en cualquier momento del día”.
Los jóvenes que organizan las manifestaciones en la actualidad tienen mucho en común con las generaciones anteriores de estudiantes indignados, pero cuentan con una gran ventaja, señala la socióloga.
“Los estudiantes actuales tienen un muy buen acceso a las nuevas tecnologías, todos tienen teléfonos móviles, saben manejar las redes sociales. Gracias a eso se pueden organizar más rápidamente que antes. Eso es algo muy novedoso y concierne a estudiantes en muchos países del mundo. Además, los estudiantes actuales conocen lenguas extranjeras. En el pasado, se comunicaban en latín, en el presente usan el inglés”.
A diferencia de países de Europa Occidental, Chequia no vivió protestas estudiantiles en los años que siguieron a la Revolución de Terciopelo. Los jóvenes checos no reaccionaron tampoco a los acontecimientos de 2011 cuando tomaron las calles, por ejemplo, los estudiantes españoles. La primera gran protesta en la historia de la República Checa ocurrió en febrero de 2012 cuando las universidades a lo largo y ancho del país organizaron una Semana de la Desobediencia en la que mostraron su descontento con la reforma de la educación superior.