en la "Carta circular sobre algunos aspectos más urgentes de la formación espiritual en los seminarios" (6 de enero, 1980) observa que "nada puede llevar (...) mejor que la verdadera devoción a la Virgen María, concebida como un esfuerzo cada vez más completo de imitación, a la alegría de creer" (ib., Carta circular sobre algunos aspectos más urgentes de la formación espiritual en los seminarios, II, 4), tan importante para quien tendrá que hacer de su propia vida un continuo ejercicio de fe.