Sin embargo, para 1528 México cuenta con su primer obispo electo, el franciscano fray Juan de Zumárraga, quien pronto se distinguirá como protector de indios. El número de órdenes religiosas y de misioneros aumenta -dominicos, mercedarios se suman a la gesta evangelizadora-, llegando los franciscanos, que fueron los primeros, a alcanzar el número de cien para el año 1531.