Recordemos que fue el 9 de diciembre de 1531 cuando Santa María se le apareció a un indio del pueblo de Cuautitlán, ubicado a unos 22 kilómetros al norte de ciudad de México. Juan Diego se llamaba el afortunado que, guiándose por un canto muy hermoso, subió a lo alto del cerro del Tepeyac. Ahí se le presentó Nuestra Señora, en medio de una resplandeciente nube.