Las apariciones de Nuestra Señora y la santa imagen de la Virgen de Guadalupe -como se la conoce- fueron como una clarinada que inició la etapa masiva del proceso evangelizador. El padre Rubén Vargas Ugarte, en su Historia del Culto de María, al responder a la interrogante sobre cuál era la causa de los notables progresos en la evangelización que se dieron en esos años, escribe: «El motivo principal de estas conversiones no fue otro que el suave influjo que empezó a ejercer entre los indios la Virgen Santísima aparecida a Juan Diego...». El influjo de María es también resaltado por el historiador jesuita en las conversiones acontecidas en otros lugares.