Ante estos hechos queda claro que la
Virgen sí interviene en la vida de su
pueblo y que, cumpliendo plenamente con el mandamiento de Nuestro Señor en el
Altar del Gólgota, Ella actúa maternalmente en la forja de la
Iglesia, y conduce suavemente a sus hijos al pleno encuentro con Jesús.