En el saludo de Isabel cada palabra está llena de sentido y, sin embargo, parece ser de importancia fundamental lo que dice al final: « ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor! » (Lc 1, 45). (28) Estas palabras se pueden poner junto al apelativo « llena de gracia » del saludo del ángel. En ambos textos se revela un contenido mariológico esencial, o sea, la verdad sobre María, que ha llegado a estar realmente presente en el misterio de Cristo precisamente porque « ha creído ». La plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la visitación, indica como la Virgen de Nazaret ha respondido a este don.