La pastoral de evangelización o reevangelización del anciano debe estar enfocada hacia el desarrollo de la espiritualidad que caracteriza esa edad, es decir, la espiritualidad de ese continuo renacer que Jesús mismo indica al anciano Nicodemo, invitándolo a que no se deje detener por la vejez y se empeñe a renacer, en el Espíritu, a una vida siempre nueva, llena de esperanza, porque « lo que nace del hombre es humano; lo engendrado por el Espíritu, es espiritual » (Jn 3, 5).