El camino con los ancianos, si está acompañado de una pastoral atenta a las distintas necesidades y carismas, abierta a la participación de todos y dirigida hacia la valorización de las capacidades de cada cual, representará una riqueza para toda la Iglesia. Es deseable, por tanto, que lo emprendamos en gran número, con valor, captando su significado profundo de camino de conversión del corazón y de don entre generaciones.