Ratzinger lo explica muy bien:
“Me parece que la fascinación del fútbol está esencialmente en el hecho de que obliga al hombre a imponerse una disciplina de modo que obtenga con el entrenamiento el dominio de sí mismo; con el dominio, la superioridad, y con la superioridad, la libertad. Además le enseña, sobre todo, una camaradería disciplinada: en cuanto a que es un juego de equipo obliga a la inserción del individuo en el equipo. Une a los jugadores con un objetivo común; el éxito y fracaso individual están en el éxito o fracaso colectivo”.
“Me parece que la fascinación del fútbol está esencialmente en el hecho de que obliga al hombre a imponerse una disciplina de modo que obtenga con el entrenamiento el dominio de sí mismo; con el dominio, la superioridad, y con la superioridad, la libertad. Además le enseña, sobre todo, una camaradería disciplinada: en cuanto a que es un juego de equipo obliga a la inserción del individuo en el equipo. Une a los jugadores con un objetivo común; el éxito y fracaso individual están en el éxito o fracaso colectivo”.