Historia y descripción
Más allá de la hospitalidad recomendada y practicada en Occidente desde la Grecia Clásica dando posada privada o pública al viajero, 7 y del título de obra de misericordia con que el cristianismo premió el gesto de dar asilo, albergue o posada al peregrino, la posada como establecimiento oficial («cauponae») se sitúa en la época de Augusto, 8 como punto de parada o pausa (parador) en el camino. 9 El sentido práctico de la política romana apuntaba más a la seguridad de los correos imperiales y al puesto de posta (para alimentar, descansar o cambiar las caballerías) que a la necesidad de los posibles viajeros de la época. Los restos arqueológicos han permitido estipular que las posadas se encontraban cada 24 millas (unos 35 kilómetros, dado que cada milla romana corresponde a 1.480 metros), conociéndose diferentes tipos, como las «mansiones» y «mutationes», además de las mencionadas «cauponas».10 La normativa viaria romana, sin embargo, incentivó el espíritu comercial de los terratenientes propietarios de los terrenos por los que pasaba la calzada; una red de hospedaje que conservaron las medievales vías romeas, 11 y los viajeros del Camino de Santiago.
Durante la Edad Media, la gestión y mantenimiento de las hospederías de peregrinos quedaría regulado por abades de monasterios y por los propios obispos. 12 En los siglos XVI y XVII ya se diferencian casas de hospedaje con distintos nombres: fonda, mesón, posada y venta; aunque el catálogo resulta bastante confuso. 1314 Igual confusión se documenta en las crónicas de viajeros extranjeros en y por España a partir del XVIII. 15
Como edificio o establecimiento –y con la a menudo imprecisa denominación de posada–, la posada presenta un amplio catálogo y tipología, por lo general asociado al país o región donde se encuentra. 16 En el contexto de la arquitectura tradicional española, 17 esa variedad se documenta a partir de los edificios conservados, sea una corrala como en el caso de la cordobesa Posada del Potro; un edificio seudo-gremial del siglo XV, como la Posada de la Santa Hermandad en la ciudad de las Tres Culturas; la posada de San Julián, una tradicional casa de viajeros datada ya en el siglo XVI, en la capital conquense; la posada del Rosario, una arriería típicamente manchega y similar a las ventas de los caminos, como la conservada y restaurada en la capital albaceteña; y otras varias construcciones, ora mesón, ora parador, ora hospedería. 16 18
Más allá de la hospitalidad recomendada y practicada en Occidente desde la Grecia Clásica dando posada privada o pública al viajero, 7 y del título de obra de misericordia con que el cristianismo premió el gesto de dar asilo, albergue o posada al peregrino, la posada como establecimiento oficial («cauponae») se sitúa en la época de Augusto, 8 como punto de parada o pausa (parador) en el camino. 9 El sentido práctico de la política romana apuntaba más a la seguridad de los correos imperiales y al puesto de posta (para alimentar, descansar o cambiar las caballerías) que a la necesidad de los posibles viajeros de la época. Los restos arqueológicos han permitido estipular que las posadas se encontraban cada 24 millas (unos 35 kilómetros, dado que cada milla romana corresponde a 1.480 metros), conociéndose diferentes tipos, como las «mansiones» y «mutationes», además de las mencionadas «cauponas».10 La normativa viaria romana, sin embargo, incentivó el espíritu comercial de los terratenientes propietarios de los terrenos por los que pasaba la calzada; una red de hospedaje que conservaron las medievales vías romeas, 11 y los viajeros del Camino de Santiago.
Durante la Edad Media, la gestión y mantenimiento de las hospederías de peregrinos quedaría regulado por abades de monasterios y por los propios obispos. 12 En los siglos XVI y XVII ya se diferencian casas de hospedaje con distintos nombres: fonda, mesón, posada y venta; aunque el catálogo resulta bastante confuso. 1314 Igual confusión se documenta en las crónicas de viajeros extranjeros en y por España a partir del XVIII. 15
Como edificio o establecimiento –y con la a menudo imprecisa denominación de posada–, la posada presenta un amplio catálogo y tipología, por lo general asociado al país o región donde se encuentra. 16 En el contexto de la arquitectura tradicional española, 17 esa variedad se documenta a partir de los edificios conservados, sea una corrala como en el caso de la cordobesa Posada del Potro; un edificio seudo-gremial del siglo XV, como la Posada de la Santa Hermandad en la ciudad de las Tres Culturas; la posada de San Julián, una tradicional casa de viajeros datada ya en el siglo XVI, en la capital conquense; la posada del Rosario, una arriería típicamente manchega y similar a las ventas de los caminos, como la conservada y restaurada en la capital albaceteña; y otras varias construcciones, ora mesón, ora parador, ora hospedería. 16 18