3. El diálogo
Desde el principio, pero especialmente una vez que comienza la vida conyugal, el diálogo tiene que ser fluido, constante, siempre presente. Y el diálogo no es solamente comunicación, o “pase de información”. El diálogo significa compenetrarse de la realidad del otro, saber qué le gusta, cómo se siente, cómo está, qué necesita, y una vez averiguado todo eso. ¡Ponerlo en práctica! Para dialogar, tiene que haber un encuentro de corazones, y es encuentro tiene que ser radicalmente profundo. Que después de cada diálogo conyugal salgamos siendo mejores que antes.
Desde el principio, pero especialmente una vez que comienza la vida conyugal, el diálogo tiene que ser fluido, constante, siempre presente. Y el diálogo no es solamente comunicación, o “pase de información”. El diálogo significa compenetrarse de la realidad del otro, saber qué le gusta, cómo se siente, cómo está, qué necesita, y una vez averiguado todo eso. ¡Ponerlo en práctica! Para dialogar, tiene que haber un encuentro de corazones, y es encuentro tiene que ser radicalmente profundo. Que después de cada diálogo conyugal salgamos siendo mejores que antes.