Instauración como fiesta nacional
En 1879, la naciente Tercera República estaba buscando una fecha para instaurar una fiesta nacional y republicana. Después de que se consideraran varias fechas, el diputado Benjamin Raspail presentó el 21 de mayo de 1880 un proyecto de ley para adoptar el 14 de julio como día de la fiesta nacional anual. Pese a que el 14 de julio de 1789 (toma de la Bastilla) fue considerado por algunos parlamentarios un día demasiado sangriento, la Fiesta de la Federación del 14 de julio de 1790 permitió alcanzar un consenso. De esta manera, esta fecha «de doble sentido» permitió unir a todos los republicanos.
La ley, firmada por sesenta y cuatro diputados, fue adoptada por la Asamblea Nacional el 8 de junio y por el Senado el 29 de junio. Fue promulgada el 6 de julio de 1880 y en su artículo único indicaba simplemente que «La República adopta el 14 de julio como día de la fiesta nacional anual», sin indicar cuál es el suceso que pretendía conmemorar.
El informe de la sesión del Senado del 29 de junio de 1880, en la que se aprobó el establecimiento de esta fiesta nacional, arroja luz sobre el debate subyacente sobre el evento que debe conmemorar el 14 de julio:
El ponente (Henri Martin).– El 14 de julio de 1789 hubo derramamiento de sangre y algunos actos deplorables, pero ¡ay! en todos los grandes acontecimientos de la historia, los progresos se han conseguido hasta ahora con mucho dolor, con mucha sangre. Esperemos que no siga siendo así en el futuro (« ¡muy bien!» a la izquierda, interrupciones a la derecha).
A la derecha.– ¡Sí, esperemos!
M. Hervé de Saisy.– ¡No estamos muy seguros!
El ponente.– Tenemos el derecho de esperarlo. Pero no olvidéis que, tras este 14 de julio de 1789, cuando la victoria de la nueva época sobre el antiguo régimen se consiguió por medio de una lucha armada, tuvo lugar el día del 14 de julio de 1790 (« ¡muy bien!» a la izquierda). A este día no le reprocharéis que se derramara una sola gota de sangre, ni que hiciera estallar la división en ningún grado en el país. Esa fecha fue la consagración de la unidad de Francia. Sí, consagró lo que la antigua monarquía había preparado. La antigua monarquía había hecho, por así decirlo, el cuerpo de Francia, y no lo hemos olvidado; ese día, el 14 de julio de 1790, la Revolución hizo, no quiero decir el alma de Francia –solo Dios ha hecho el alma de Francia–, pero la Revolución dio a Francia conciencia de ella misma (« ¡muy bien!» a la izquierda); la reveló su alma.
Un poco después, el informe del Senado previo a la adopción de la proposición de ley, hacía también referencia al 14 de julio de 1790:
Pero, a aquellos de nuestros colegas a los que los recuerdos trágicos hicieran dudar, les recordamos que al 14 de julio de 1789, ese 14 de julio en el que se produjo la toma de la Bastilla, siguió otro 14 de julio, el de 1790, que consagró al primero mediante la adhesión de toda Francia, por iniciativa de Burdeos y de la Bretaña. Por este segundo 14 de julio, que no costó ni una gota de sangre ni una lágrima, este día de la Gran Federación, esperamos que ninguno de ustedes rechazará unirse a nosotros para renovarlo y perpetuarlo como símbolo de la unión fraternal de todas las partes de Francia y de todos los ciudadanos franceses en libertad e igualdad. El 14 de julio de 1790 es el día más bonito de la historia de Francia, y quizá de toda la historia. Fue en este día cuando se consumó finalmente la unidad nacional, preparada por los esfuerzos de tantas generaciones y tantos grandes hombres, a los cuales la posteridad guarda un recuerdo agradecido. Ese día, federación significó unidad voluntaria.
En 1879, la naciente Tercera República estaba buscando una fecha para instaurar una fiesta nacional y republicana. Después de que se consideraran varias fechas, el diputado Benjamin Raspail presentó el 21 de mayo de 1880 un proyecto de ley para adoptar el 14 de julio como día de la fiesta nacional anual. Pese a que el 14 de julio de 1789 (toma de la Bastilla) fue considerado por algunos parlamentarios un día demasiado sangriento, la Fiesta de la Federación del 14 de julio de 1790 permitió alcanzar un consenso. De esta manera, esta fecha «de doble sentido» permitió unir a todos los republicanos.
La ley, firmada por sesenta y cuatro diputados, fue adoptada por la Asamblea Nacional el 8 de junio y por el Senado el 29 de junio. Fue promulgada el 6 de julio de 1880 y en su artículo único indicaba simplemente que «La República adopta el 14 de julio como día de la fiesta nacional anual», sin indicar cuál es el suceso que pretendía conmemorar.
El informe de la sesión del Senado del 29 de junio de 1880, en la que se aprobó el establecimiento de esta fiesta nacional, arroja luz sobre el debate subyacente sobre el evento que debe conmemorar el 14 de julio:
El ponente (Henri Martin).– El 14 de julio de 1789 hubo derramamiento de sangre y algunos actos deplorables, pero ¡ay! en todos los grandes acontecimientos de la historia, los progresos se han conseguido hasta ahora con mucho dolor, con mucha sangre. Esperemos que no siga siendo así en el futuro (« ¡muy bien!» a la izquierda, interrupciones a la derecha).
A la derecha.– ¡Sí, esperemos!
M. Hervé de Saisy.– ¡No estamos muy seguros!
El ponente.– Tenemos el derecho de esperarlo. Pero no olvidéis que, tras este 14 de julio de 1789, cuando la victoria de la nueva época sobre el antiguo régimen se consiguió por medio de una lucha armada, tuvo lugar el día del 14 de julio de 1790 (« ¡muy bien!» a la izquierda). A este día no le reprocharéis que se derramara una sola gota de sangre, ni que hiciera estallar la división en ningún grado en el país. Esa fecha fue la consagración de la unidad de Francia. Sí, consagró lo que la antigua monarquía había preparado. La antigua monarquía había hecho, por así decirlo, el cuerpo de Francia, y no lo hemos olvidado; ese día, el 14 de julio de 1790, la Revolución hizo, no quiero decir el alma de Francia –solo Dios ha hecho el alma de Francia–, pero la Revolución dio a Francia conciencia de ella misma (« ¡muy bien!» a la izquierda); la reveló su alma.
Un poco después, el informe del Senado previo a la adopción de la proposición de ley, hacía también referencia al 14 de julio de 1790:
Pero, a aquellos de nuestros colegas a los que los recuerdos trágicos hicieran dudar, les recordamos que al 14 de julio de 1789, ese 14 de julio en el que se produjo la toma de la Bastilla, siguió otro 14 de julio, el de 1790, que consagró al primero mediante la adhesión de toda Francia, por iniciativa de Burdeos y de la Bretaña. Por este segundo 14 de julio, que no costó ni una gota de sangre ni una lágrima, este día de la Gran Federación, esperamos que ninguno de ustedes rechazará unirse a nosotros para renovarlo y perpetuarlo como símbolo de la unión fraternal de todas las partes de Francia y de todos los ciudadanos franceses en libertad e igualdad. El 14 de julio de 1790 es el día más bonito de la historia de Francia, y quizá de toda la historia. Fue en este día cuando se consumó finalmente la unidad nacional, preparada por los esfuerzos de tantas generaciones y tantos grandes hombres, a los cuales la posteridad guarda un recuerdo agradecido. Ese día, federación significó unidad voluntaria.